14 de junio de 2011

Con la fuerza de Dios

" No temas, porque yo estoy con tigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudare, siempre te sustentare con la diestra de mi justicia."  Isaias 41:10

Un muchacho estaba tratando de levantar una roca, su papá estaba viendo al pequeño tratando de mover la piedra, el papá lo escuchó gruñendo y haciendo fuerza tratando de hacer rodar la piedra. Él le preguntó al hijo “¿Estás usando todas tus fuerzas?” El niño respondió “Si papá estoy usando todas mis fuerzas” El papá le dijo “no lo estás haciendo” el niño insistió “si lo hago” El papá le dijo “no lo estas haciendo porque no me has pedido que te ayude”

Lo que el padre le quiso decir es: Hijo, yo soy tu fuerza, soy tu padre, pide mi ayuda.
Muchas veces tenemos un problema que tratamos de resolver y pensamos que utilizamos toda nuestra fuerza, pero si tenemos un padre celestial que está listo para intervenir y ayudarnos, el sólo espera que se lo pidamos.

A lo largo de la historia, en todos los tiempos y en todos los lugares, Dios siempre ha cumplido su promesa. En el momento de dificultad, ahí está él, con la mano 
extendida para ayudar al que clama con fe. No hay crisis que no conozca; no existe dolor que no entienda; no hay sufrimiento que no vea.
En este preciso instante, la angustia puede rodear tu vida. Ejércitos enemigos pueden cercar tu alma. Puedes tener la impresión de que ya no tienes fuerzas y de que está todo perdido. Pero, el Señor prometió que te librará. Lo hará de dos maneras. “Soy el Dios que te esfuerzo”, dice. Te infunde poder, cuando estás invadido por el temor; te usa a ti mismo para derrotar las fuerzas enemigas. Pero, si fuere necesario, opera milagros. Te libra maravillosamente y divinamente.

No temas enfrentar los desafíos que la vida te presenta hoy. No importa cuán grandes sean tus adversarios. Lo que interesa es que tu Dios no conoce derrotas, y en este momento está listo para sustentarte con la diestra de su justicia. ¡Esa es su promesa!Por eso, parte hoy con las palabras de Dios en tus oídos, que te dice: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré, con la diestra de mi justicia”.

Dios te bendiga.

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